El Líder U'wa, Benito Cobaría. |
Los tunebos —llamados u'wa en su propia lengua— son un pueblo amerindio,
asentado en la Sierra Nevada del Cocuy, en los Andes nororientales,
de la República
de Colombia,
departamentos de Boyacá (61%, 4.695 personas), Arauca (13,2%), Norte de Santander (11,5%), Casanare y Santander.
Su idioma es el u'w ajca o tunebo que
pertenece a la familia lingüística chibcha.
La mayor parte de la población habita en el Distrito Fronterizo de Cubará, Norte de Boyacá en la frontera con Venezuela.
Los U'wa (Tunebos) siempre se han opuesto a la explotación petrolera y a toda clase de usurpación de sus tierras.
Por eso nos parece muy importante y procedente, publicar la siguiente proclama:
CARTA DE LOS U'WA A LOS HOMBRES BLANCOS
“Nosotros nacemos siendo hijos de la tierra... eso no lo podemos cambiar los indios ni tampoco el hombre blanco (riowa).
Más de mil veces y de mil formas distintas les hemos dicho que la tierra
es nuestra madre, que no podemos ni queremos venderla, pero el hombre blanco
parece no haber entendido, insiste en que cedamos, vendamos o maltratemos
nuestra tierra, como si el indio también fuera hombre de muchas palabras.
Vista aérea del municipio de Cubará, a la orilla del río Cobaría, al Norte de Boyacá. |
Nosotros nos preguntamos: ¿acaso es costumbre del hombre blanco vender a
su madre?
¡No lo sabemos!, pero lo que los U'WA sí sabemos, es que el hombre
blanco usa la mentira como si sintiera gusto por ella, sabe engañar, mata a sus
propias crías sin siquiera permitirle a sus ojos ver el sol, ni a su nariz oler
la yerba, eso es algo execrable, incluso para un "salvaje".
La ley de nuestro pueblo se diferencia de la del blanco, porque la ley
de riowa viene de los hombres y está escrita en el papel, mientras que la ley
de nuestro pueblo fue Sira (Dios) quien la dictó y la escribió en el corazón de
nuestros sabios Weryajas (chamanes).
El respeto a lo vivo y a lo no vivo, a lo conocido y a lo
"desconocido" hace parte de nuestra ley: nuestra misión en el mundo
es narrarla, cantarla y cumplirla para sostener el equilibrio del universo.
Nuestra ley u'wchita es uno de los postes que sostienen el mundo.
Nuestra ley es tan antigua como la misma tierra, nuestra cultura se ha
organizado siguiendo el modelo de la creación, por eso nuestra ley es no tomar
lo que no se necesita y es también la misma en todas partes porque es la ley de
la tierra y la tierra es una sola.
¡Nuestra ley no la vamos a morir! .... Si existen leyes del hombre
blanco que protejan a la madre tierra y sus guardianes los pueblos indígenas,
¡qué se cumplan!, si no se cumplen se considerarán no escritas.
Niña indígena u'wa. |
Sabemos que el riowa (hombre blanco) le ha puesto precio a todo lo vivo y hasta a la
misma piedra, comercia con su propia sangre y quiere que nosotros hagamos lo
mismo en nuestro territorio sagrado ruiria, la sangre de la tierra a la que
ellos llaman petróleo... todo esto es extraño a nuestras costumbres... todo ser
vivo tiene sangre: todo árbol, todo vegetal, todo animal, la tierra también y
esta sangre de la tierra (ruiria, petróleo) es la que nos da la fuerza a todos,
a plantas animales y hombres.
Pero nosotros le preguntamos al riowa ¿cómo se le pone precio a la madre
y cuánto es ese precio?.
Lo preguntamos no para desprendernos de la nuestra, sino para entenderlo
más a él, porque después de todo, si el oso es nuestro hermano, más lo es el
hombre blanco.
Preguntamos por esto porque creemos que él, por ser "
civilizado", tal vez conozca una forma de ponerle precio a su madre y
venderla sin caer en la vergüenza en que caería un primitivo, porque la tierra
que pisamos no es sólo tierra, es polvo de nuestros antepasados; por eso
caminamos descalzos para estar en contacto con ellos.
El riowa no ha querido entender que si nos desligamos de la madre
tierra, el tiempo donde quiera que se encuentre se iría con ella (el espíritu
de nuestros ancestros, nuestro presente, nuestro futuro). Todo ser vive hasta
que cumple la función de tiempo que Sira le ha encomendado... ya no habría
tiempo, ya no habría vida, dejaríamos de existir.
El bosque es el cordón umbilical
que nos une a la existencia, hemos sobrevivido gracias a él y él ha sobrevivido
gracias a su respeto, nuestra separación
traería un vacío que tragaría todo menos al desierto.
Río Cobaría. Foto de Edward Niño. |
El futuro del hombre blanco se enturbia con cada gota de aceite que él
mismo vierte en la transparencia de nuestros ríos, su destino se hace más letal
con cada gota de pesticida que deposita en ellos.
Nuestros ríos no son solamente ríos; a través de ellos nos comunicamos
con nuestras deidades, ellos son mensajeros y los mensajes fluyen en ambas
direcciones. Si se ensucian o se mueren, ya no sabríamos que quieren los
dioses, ni los dioses escucharían nuestros llamados ni nuestras gratitudes y
entonces provocaríamos su ira. ¡Los ríos
en toda nuestra tierra ya están muy bravos con los riowa!.
Los jefes blancos les dicen a sus gentes que nuestro pueblo indio es
salvaje, nos presentan como sus enemigos y como enemigos del riowa mayor al que
ellos han llamado progreso y ante quien los otros riowa y todos los pueblos del
mundo tenemos que arrodillarnos.
Nosotros preguntamos ¿Qué es más importante, la máquina o el hombre que
inventa la máquina?
Pero lo que sí sabemos, es que todo aquel que atente contra la madre
atenta contra sus hijos, quien agrede a la madre tierra nos agrede a todos, a
los que vivimos hoy y a los que luego vendrán.
Mujer U'wa. Foto de Michelle Gutiérrez. |
Para el indio la tierra es madre, para el blanco es enemiga; para
nosotros sus criaturas son nuestras hermanas, para ellos son sólo mercancía. El
riowa siente placer con la muerte, deja en los campos y en sus ciudades tantos
hombres tendidos como árboles talados en la selva.
Nosotros nunca hemos cometido la insolencia de violar iglesias y templos
del riowa, pero ellos sí han venido a profanar nuestras tierras. Entonces nos
preguntamos, ¿quién es el salvaje?.
El hombre blanco le ha declarado la guerra a todo, menos a su pobreza
interior. Le ha declarado la guerra al tiempo y hasta se la a declarado a sí
mismo, como dijera otro hermano indio de un pueblo lejano: "el hombre
blanco cabalga sobre el progreso hacia su propia destrucción".
No contento con declararle la guerra a la vida, se ha declarado también
a la muerte; no sabe que la vida y la muerte son dos extremidades de un mismo
cuerpo, dos extremos de un mismo anillo... no hay muerte sin la vida, pero
tampoco hay vida sin la muerte. Los U'WA hemos cuidado del mundo material y
espiritual desde siempre, por eso entendemos esto.
El riowa ha enviado pájaros gigantes a la luna. A él le decimos que la
ame y la cuide, que no puede ir por el universo haciéndole a cada astro lo que
le hicieron árbol del bosque acá en la tierra, y a sus hijos les preguntamos
¿quién hizo el metal con que se construyó cada pluma que cubrió al gran pájaro?
¿quién hizo el combustible con que se alimentó? ¿quién hizo al mismo hombre que
dirige y fabrica el pájaro? ... el riowa no debe engañar o mentir a sus hijos,
debe enseñar que aún para construir un mundo artificial el hombre necesita de
la madre tierra... por eso hay que amarla y cuidarla.
Comunidad U'wa, Tunebia, Norte de Boyacá. |
El riowa insistirá en que vendamos la tierra y nos dirá: ¿qué le importa
la vergüenza a un salvaje que mantiene su cara escondida entre el espesor de la
selva, las sombras de las montañas y el velo de la niebla? Entonces una vez más
trataremos de hacerle entender que si eso sucediera, no solo la vergüenza
embargaría al U'WA: el danta, el pajuil, la tijereta, el jaguar, la zorra, la
zarigüeya, el maíz, la coca, el yopo, la nuezkara y todos nuestros hermanos
animales y nuestras hermanas plantas, quienes siempre han servido de compañía y
alimento a nuestro pueblo, morirían de kira (tristeza) pues en nuestra gran
familia no se conoce lo que el riowa llama traición y la tierra lloraría tanto
que del último pico del Rubracha (nevado del Cocuy) bajaría Abara, la deidad
que custodia las aguas malignas.
Abara guiaría las lágrimas de la tierra y se uniría con Cuiya, el dueño
y señor de la tierra; y de su cópula surgiría desde la oscuridad del mundo de
abajo ¡Yara, ¡Yara es terremoto; culebra y dolor y entonces ¡Yara una
gigantesca serpiente de lodo producto de la cópula de la deidad que custodia
las aguas malignas y del señor de la tierra, se deslizaría por entre las
montañas buscando los valles y a su paso se tragaría por igual a indios y
blancos, a hierros y árboles, a malocas y a campamentos.
Arrastraría por igual la pava del U'WA y el caballo del riowa. Para
entonces ya la tristeza habría marchitado el espíritu del último U'WA que
quedará sobre la tierra. Cuando eso suceda, el gobierno quedará solo para que
pelee con el mundo de la oscuridad y de los temblores... ya no habrá quien
cante para el equilibrio del mundo de arriba y del mundo de abajo que es el
mismo equilibrio del universo.
El hombre sigue buscando ruiria (petróleo) y en cada explosión que
recorre la selva oímos la monstruosa pisada de la muerte que nos persigue a
través de las montañas. Este es nuestro testamento.
Al ritmo en que va el mundo habrá un día en que el hombre reemplace las
montañas del cóndor por montañas de dinero. Para ese entonces, ese hombre ya no
tendrá a quien comprarle nada; y si lo hubiera, ese hombre no tendría nada que
venderle. Cuando ese día llegue ya será demasiado tarde para que el hombre
medite sobre su locura...
Todas sus ofertas económicas sobre lo que es sagrado para nosotros, como
la tierra o su sangre, son un insulto para nuestros oídos y un soborno para nuestras
creencias. ¡Este mundo no lo creo el riowa ni ningún gobierno suyo, por eso hay
que respetar!.
El universo es de Sira y los U'WA
solamente lo administramos, somos tan solo una cuerda del redondo tejido de la
irokua (mochila), pero el tejedor es Él.
Mujer U'wa con su hijo. |
Por eso los U'WA no podemos ceder, maltratar, ni vender la tierra ni su
sangre, ni tampoco sus criaturas porque estos no son el principio del tejido.
Pero el blanco se cree dueño, explota y esclaviza a su manera, eso no está
bien: rompe equilibrio, rompe irokua. Si no podemos venderle lo que nos
pertenece, no se adueñen entonces de lo que no se puede comprar...
Algunos jefes blancos han horrorizado ante su pueblo nuestra decisión de
suicidio colectivo como último recurso para defender nuestra madre tierra. Una
vez más nos presentan como salvajes. Pero ellos buscaban confundir buscan
desacreditar.
A todo su pueblo le decimos: el U'WA se suicida por la vida, el blanco
se suicida por monedas. ¿Quién es el salvaje?. La humillación del blanco para
con el indio no tiene límites; no sólo no nos permiten vivir, también no dice
como debemos morir... no nos dejaron elegir sobre la vida... ahora elegimos
entonces sobre nuestra muerte.
Durante más de cinco siglos hemos cedido ante el hombre blanco, ante su
codicia y sus enfermedades, como la rivera cede ante el verano, como el día
cede ante la noche. El riowa nos ha condenado a vivir como extraños en nuestra
propia tierra, nos tiene acorralados en tierras escarpadas muy cerca de las
peñas sagradas de donde nuestro cacique Guicanito y su tribu saltó para salvar
el honor y la dignidad ante el feroz avance del español y del misionero.
Antes a la codicia y a la ignominia le daban el nombre de acciones
evangelizadoras o civilizadoras, ahora le llaman progreso. El progreso, ese
fantasma que nadie ve y que se ha dedicado a aterrorizar a la humanidad. Antes,
el oscuro camino del saqueo, genocidios e injusticias contra nuestro pueblo era
alumbrado con el cirial en nombre de Dios y su Majestad. Hoy es alumbrado con
el petróleo en nombre del progreso y de la mayor de las majestades entre la
mayoría de los no indígenas... el dinero.
Antes era el oro amarillo, ahora es negro; pero el color de la sangre
que se paga por ellos sigue siendo roja, sigue siendo india.
Artesana U'wa. |
Los U'WA vamos a andar todos como siéntaros, por un mismo camino. Entre
nosotros pueblo y autoridades sí somos una misma familia... ¡si ha llegado el
momento de que nuestro pueblo parta de la tierra lo hará con dignidad!
Lo único que nos une con nuestros hermanos blancos es venir del mismo
padre (Sira) y de la misma madre (Raira) y ser amamantados por el mismo pezón
(la tierra).
Compartimos el mismo mundo físico: el sol, la luna, el viento, las
estrellas, las montañas, los ríos. Compartimos el mismo mundo físico pero
nuestro sentimiento hacia él es distinto.
La tierra es una flor: el U'WA se acerca a ella para alimentarse con el
mismo cuidado que el colibrí, mientras para el hombre blanco es la flor que el
báquiro (cerdo montés) pisotea en su camino. El camino del riowa ha sido el
dinero, es su medio, es su fin, es su idioma, él ha enfermado el corazón de
nuestro hermano blanco y su enfermedad lo ha llevado a levantar fábricas igual
que armas, a derramar venenos igual que sangre. Su enfermedad ha llegado al agua,
al aire y a nuestras selvas.
Quizá una vez más el hombre blanco viole las leyes de Sira, las de la
tierra y aún sus propias leyes. Pero lo que no podrá evadir jamás es la
vergüenza que sus hijos sientan por los padres que marchitaron el planeta,
robaron la tierra del indio y lo llevaron a su extinción; porque al final de la
fría, dolorosa y triste noche, aciaga para la tierra y para el indio, la misma
noche que parecía tan perenne como la yerba, el error del hombre será tal que
ni sus propios hijos estarían dispuestos a seguir sus pasos y será gracias a
ellos, a estos nuevos hijos de la tierra que empezará a vislumbrarse el ocaso
del reino de la muerte y comenzará a florecer nuevamente la vida.
Porque no hay veranos eternos, ni especie que pueda imponerse sobre la
vida misma.
Siempre que el hombre actúe con mala intención, tarde o temprano tendrá
que beber del veneno de su propia hiel, porque no se puede cortar el árbol sin
que mueran también las hojas. En el paso de la vida nadie puede arrojar piedras
sin romper la quietud y el equilibrio del agua; por eso cuando nuestros sitios
sagrados sean invadidos con el olor del hombre blanco, ya estará cerca el fin,
no sólo del U'WA sino también el del riowa.
Cuando el haya exterminado la última tribu del planeta, antes de empezar
a contar sus genocidios, le será más fácil empezar a contar sus últimos días.
Cuando estos tiempos se avecinen, los vientres de sus hijas no parirán
fruto alguno, y en cada vez más vidas el espíritu de sus hijos no conocerá
sosiego... cuando llegue el tiempo en que los indios se queden sin tierra,
también los árboles se quedarán sin hojas. Entonces la humanidad se preguntará
¿por qué? ... y sólo muy pocos comprenderán que todo principio tiene su fin y
todo fin su principio, porque en la vida no hay nada suelto, nada que no esté
atado a las leyes de la existencia... la serpiente tendrá que morder su propia
cola para así cerrar su ciclo de destrucción y muerte. Porque todo está
entrelazado como el sendero enramado del mono.
Quizá los U'WA podamos seguir nuestro camino, entonces, así como las
aves hacen sus largos viajes sin nada a cuestas, nosotros seguiremos el nuestro
sin guardar el más pequeño rencor contra el riowa porque es nuestro hermano.
Seguiremos cantando para sostener el equilibrio de la tierra no sólo para
nosotros y nuestros hijos, también para él porque también la necesita.
En el corazón de los U'WA hay preocupación por los hijos del hombre
blanco tanto como por el de los nuestros, porque sabemos que cuando los últimos
indios y las últimas selvas estén cayendo, el destino de sus hijos y el de los
nuestros, será uno solo.
Si los U'WA podemos seguir nuestro camino no retendremos las aves que
nacen y anidan en nuestro territorio. Ellas podrán visitar a su hermano blanco
si así lo quieren. Tampoco retendremos el aire que nace en nuestras montañas,
él podrá seguir tonificando la alegría de los niños blancos y nuestros ríos
deberán partir de nuestras tierras tan limpios como llegaron, entonces la
pureza de los ríos le hablará a los hombres de debajo de la tierra de nuestro
perdón.
Cada vez que se extingue una especie el hombre se acerca su propia
extinción, cada vez que se extingue un pueblo indígena no es tan solo una tribu
que se extingue, es un miembro más de la gran familia humana que ha partido para
siempre en un viaje sin retorno.
Cada especie extinta es una grave herida para la vida. El hombre
reducirá la vida y entonces empezará la supervivencia... quizá antes la codicia
se apiade de él y le permita ver la maravilla de un mundo y la grandeza de un
universo que se extiende más allá del diámetro de una moneda."
Hernán Castro Rodríguez, Editor de Vemos y Escuchamos.
Notas y referencias: alimentacionindigena.wordpress.com, www.friendsfoundationinternational.org, www.peacedevelopmentfund.org, armonicosdeconciencia.blogspot.com, historiasdecubara.blogspot.com, espressolucionconflictos.blogspot.com, Biblioteca virtual.
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