La época preelectoral nos motiva para transcribir enseguida, el comentario publicado por el Diario "El Tiempo" el 4 de mayo de 1997.
"MANZANILLO, ESPECIE QUE NO SE EXTINGUE
La polémica entre Carlos
Lleras de la Fuente y Horacio Serpa Uribe revivió a un viejo y querido animal
del ajetreo político colombiano que parecía definitivamente sepultado por la
nueva generación : el manzanillo.
Con este término se denomina a toda suerte de
ejemplares que pululan a lo largo y ancho de la geografía electoral colombiana.
Término amplio por excelencia, podría abarcar a personajes históricos tan
importantes y disímiles como Pericles o Francisco de Paula Santander, según
señala el escritor e historiador Alfredo Iriarte.
A grandes protagonistas de la vida nacional se les
ha endilgado ese apodo. Por ejemplo, del ex presidente Virgilio Barco las malas
lenguas decían que era estadista en Bogotá y manzanillo en Cúcuta.
Ni siquiera los grandes prohombres de la historias
lograron escapar a este epíteto, así fuera de manera indirecta.
De Alfonso el Mosco Rodríguez decían que era el
manzanillo de Carlos Lleras Restrepo.
Otra definición muy acertada de manzanillo la
recordó el propio ministro Serpa cuando afirmó: El manzanillo es quien nos
derrota en las elecciones .
Pero, qué es en realidad un manzanillo? Para ser
francos, no es necesario rebuscar demasiado. La vida política nacional está
plagada de ellos y, aunque el término haya entrado en desuso, no por ello se
trata, ni mucho menos, de una especie en extinción.
El manzanillo por lo general medra en los
laberintos del pequeño poder, de la intriga de momento, es el que arregla,
compone y negocia el pequeño detalle para sacar de él algún beneficio personal
o para su jefe político.
Más elocuente resulta la descripción que de él hace
Gonzalo Cadavid Uribe, tal como lo recoge el Lexicón de colombianismos, editado
por la Biblioteca Luis Angel Arango del Banco de la República: En la fauna
política, el manzanillo es el más despreciable de los animales, siendo todos
despreciables. Hombre sin moral, sin decoro, poseído de un alto concepto de su
grandeza, virulento, cobarde y falaz que pone a su servicio toda la bajeza de los
hombres y toda su falta de hombría de bien para sus fines siempre oscuros.
Llámase manzanillo porque sus frutos y su sombra, como los del árbol de ese
nombre, son dañinos y venenosos. Forman su cohorte perdularios, buscalavidas,
incapaces, matones y zarrapastrosos. Su clima propicio es el aplanchamiento, la
delación y el comité. Cañas huecas, cualquier viento adverso échalos por el
suelo .
El origen del término data de la década de los
cuarenta, cuando en Bogotá se presentó con mucho éxito la comedia de Luis
Enrique Osorio titulada El doctor Manzanillo. Tal fue el impacto que provocó la
obra en la todavía muy provinciana Bogotá, que el término corrió de boca en
boca hasta convertirse en un genérico de todo aquel que hacía política
únicamente para su beneficio y no el de la comunidad.
Como suele ocurrir siempre, el término tomó fuerza
propia y se le aplicó a dirigentes políticos que no necesariamente encajan en
la anterior descripción. Aunque hay sus excepciones.
Publicación
eltiempo.com
Sección
Otros
Fecha de
publicación
4 de mayo de
1997
Autor
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Fuente: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-555048
Hernán Castro Rodríguez, Editor de Vemos y Escuchamos.
Notas y referencias: elbullerengue.blogspot.com, guaridapersa.blogspot.com, www.taringa.net, yamidencine-y-filo.blogspot.com, Biblioteca virtual.
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