Fernando Soto Aparicio |
El compositor e intérprete boyacense,
Carlos Martínez Vargas, nos ha remitido la columna del periodista y escritor
Gustavo Páez Escobar, (publicada en el Diario El Espectador) con la siguiente
introducción, que se refiere a la columna de Páez Escobar:
“Qué grato y satisfactorio confirmar una
vez más de tu valor y sencillez con que aludes a circunstancia tan difícil como
real y absoluta, por la que está viviendo, porque aún vive y "vivirá hasta
el postrer destello" nuestro común amigo Fernando Soto Aparicio
"hermano nuestro, en espíritu por alcanzar a dejar huella de nuestro
paso por la tierra, ustedes escribiendo y yo, cantando".
ELESPECTADOR.COM
11 dic 2015 – 9:00 p.m
Por: Gustavo Páez
Escobar
“Para
un hombre que ha cumplido sus deberes naturales, la muerte es tan natural y
bienvenida como el sueño”, dice Santayana. Estas palabras parecen escritas para
Fernando Soto Aparicio, que penetrado por la idea de la muerte a raíz del
cáncer gástrico que lo aqueja, se despide de sus lectores, con poética
valentía, en el libro Bitácora del
agonizante (Panamericana Editorial, noviembre de 2015).
Desde
que se presentaron los primeros indicios sobre el grave deterioro de su salud,
me comuniqué con él para expresarle mi voz de solidaridad. Cuando el mal fue
confirmado por los médicos, la noticia, no por presentida, dejó de serme
traumática. Así define Fernando su sufrimiento: “Me ha tocado (no en suerte;
tampoco sé si en desgracia) una de esas enfermedades irreversibles y perversas
(un cáncer agresivo y cruel). Pero voy a vivir hasta el último instante, hasta
el aliento final, hasta el postrer destello”.
En
medio del dolor, mantiene la serenidad. Esta fortaleza espiritual trasciende a
su libro del adiós, compuesto por 36 poemas (que él llama salmos) escritos
durante los días de la atroz contingencia. Pocas personas tienen el valor de
hacer pública esta embestida del destino, y los propios parientes suelen eludir
la palabra “cáncer” como causa del deceso del ser querido, y acuden al rodeo de
“la penosa enfermedad”. Prurito social que no cabe en el carácter del escritor
boyacense.
Soto
Aparicio vio la luz en Socha (Boyacá) el 11 de octubre de 1933, pero a los
pocos meses sus padres se trasladaron a Santa Rosa de Viterbo, considerada su
verdadera patria chica, donde estudió las primeras letras, comenzó a trabajar,
se casó e inició su carrera literaria.
Nació
con el don de la palabra. Desde muy corta edad ya era lector y escritor. De 10
años escribió 2 novelas a la vez, que más adelante destruyó. Su primera poesía,
Himno a la patria, fue publicada en 1950 (a los 17 años de edad) por
el suplemento literario de El Siglo. Hacia
la misma época escribió Oración personal
a Jesucristo, obra que en 1954 llenó la totalidad de la página literaria de
La República, y lo mismo ocurrió en
1964 con el Magazín Dominical de El Espectador.
A
los 28 años escribió su novela más nombrada, La rebelión de las ratas, que resultó ganadora del premio
Selecciones Lengua Española de Plaza & Janés. De ahí en adelante arrancó su
carrera ininterrumpida en todos los géneros literarios. Es de los autores más
prolíficos y más brillantes del país. Su obra llega a 70 volúmenes. Ha sido
además guionista y libretista para cine y televisión. En el gobierno de
Belisario Betancur estuvo vinculado a la diplomacia, como representante de
Colombia ante la Unesco, y en los últimos años ha sido asesor de la Universidad
Militar Nueva Granada.
“Tengo
que escribir para sentirme vivo”, confiesa en reciente entrevista con Marco A.
Valencia Calle, escritor payanés (El
Tiempo, 8 de diciembre). Y agrega: “Mi rutina es trabajar en un libro e ir
investigando sobre el próximo. Algunos críticos dicen que escribo mucho, pero
es mi manera de ser, y mi manera de contribuir a que la literatura nos haga
entender un poco más de la vida. Ellos que opinen, que yo hago mi trabajo:
escribir”.
Ese
es Fernando Soto Aparicio: escritor empedernido y obsesivo que desde el día que
tuvo consciencia de la función literaria no ha hecho otra cosa que llenar
cuartilla tras cuartilla, en irrenunciable alianza con las causas del hombre.
De hecho, la temática de sus novelas está dirigida a los asuntos sociales. En
1982, Beatriz Espinosa Ramírez elaboró un sesudo ensayo sobre la calidad de Soto
Aparicio en este campo, y lo definió como el novelista más consagrado y el más
identificado con la causa del hombre latinoamericano.
Se
nace para morir. Nada más cierto que la muerte. Pero la muerte no es igual para
todos. No todos merecen morir en paz con la vida. Esto lo sabe muy bien mi
infatigable compañero de luchas y realizaciones que, ante la cruda realidad de
la parca que acecha, tiene el coraje de afrontar esta verdad inexorable. Quedan
los personajes de sus novelas como testimonio perenne de su tránsito por el
mundo.
escritor@gustavopaezescobar.com
Hernán Castro Rodríguez, Editor de Vemos y Escuchamos.
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