Cola interminable en la gobernación de Boyacá, para hablar con el mandatario. |
Muy ordenado el señor
gobernador de Boyacá, Carlos Amaya Rodríguez, al fijar, no sabemos si por decreto, los días de visita para los
señores diputados a la Asamblea de Boyacá; a los señores alcaldes municipales
de todo el departamento y a los ruanetas como él, es decir a la gente del
común.
Y así lo ha venido
cumpliendo estrictamente.
No sabemos que
órdenes tendrán las señoras de servicios generales de servirle a los
visitantes, según su rango y estatus: tinto para todos los ruanetas, según el número de llegada. A los primeros 10 o a los primeros 20; pero
imposible a todos los que aspiran a conversar con el señor gobernador, porque
de ser así, se acabarían en un día las existencias de café y azúcar previstas
por los servicios generales para todo el trimestre. Son más de 263 los
visitantes del común que en su día aspiran a contarle sus cuitas al gobernador
Amaya Rodríguez.
Es posible que a los
señores diputados les ofrezcan según sus pedidos y gusto: tinto, perico que es
el mismo pintadito (la aclaración vale, para evitar sutilezas) té, gaseosa,
agua saborizada y hasta refrigerio.
Y a los señores
alcaldes municipales,igualmente lo que se les antoje, pero eso sí teniendo en
cuenta las estadísticas electorales de cada municipio, que favorecieron al
señor gobernador.
No es raro que
algunos le lleven una ruana nueva.
El caso es que no
habrá torta para tanta gente.
Las centenares de
personas que hacen ordenadamente la fila para hablar con el señor gobernador
Amaya comienzan a llegar a las 4:00 a.m. y los últimos se van pasadas las 7:00
de la noche. Han llevado su desayuno, su almuerzo y su comida, para no salirse
de la cola.
Pero le han llevado al gobernador, las necesidades que tienen,
ilusionados en que Carlos
Amaya Rodríguez, como lo prometió en su campaña, les resolverá
favorablemente sus pedidos.
“Yo lo recibí en mi
casa con su comitiva y los atendí con el mejor trago, hasta que se fueron", dirán algunos. “Maté cincuenta pollos de mi corral para ofrecerle el piquete, cuando visitó mi
municipio”, expresan otros y así todos, muy confiados en que el gobernador los
volverá a abrazar y volverá a tomarse la foto con ellos diciéndoles al oído que los
esperará en su despacho de la gobernación, de ser elegido.
Y otra vez caerán
cuando un funcionario los encamine a un salón con asientos, esperanzados en que
el gobernador aparecerá y atenderá a sus necesidades. Allí durarán sentados durante
3 horas, hasta cuando aparecerá una señorita para anotar nombres y celulares con la
promesa que el señor gobernador los llamará personalmente, diciéndoles que “ahorita no los puede atender porque le llegó
una visita de la Santa Sede”
Todos regresarán con
el “rabo entre las piernas” hasta su municipio de orígen, pero contentos, a esperar la llamada
del gobernador Amaya, ¡claro! que no se producirá jamás.
Hernán Castro
Rodríguez, Editor de Vemos y Escuchamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario