Alvaro González Santana |
Como un “homenaje a
la valentía” la periodista Marcela Osorio Granados, recuerda hoy en el Diario
“El Espectador” cómo hace 25 años, las mafias del narcotráfico y el
paramilitarismo asesinaron al dirigente liberal y distinguido hombre cívico
sogamoseño, Alvaro González Santana.
La destacada
periodista escribe:
"Un
padre asesinado, una jueza exiliada.
Hace 25 años,
el 4 de mayo de 1989, fue baleado en Bogotá el exgobernador de Boyacá, Álvaro
González Santana, papá de Martha Lucía González, exiliada jueza que se enfrentó
a las mafias del narcotráfico y del paramilitarismo.
“El silencio
artificial de las armas que le quitaron la vida sin compasión no consiguió esta
vez su cometido, porque lo que ha suscitado es el clamor encendido de un pueblo
que, como el suyo de Sogamoso, se levanta en almas para proscribir, con
legítima cólera, el sacrificio inenarrable de su hijo”. Estas palabras fueron
pronunciadas el 6 de mayo de 1989 por Víctor Manuel Ruíz durante el sepelio de
su amigo Álvaro González Santana.
Eran tiempos
de crisis. La mano del paramilitarismo se extendía por varias regiones del país
dejando a su paso ríos de sangre, la guerrilla multiplicaba su máquina de
guerra y el narcotráfico libraba una guerra a muerte aparte contra el Estado y
la aplicación de la extradición de colombianos a Estados Unidos. Un contexto en
el que Álvaro González Santana parecía estar lejos de convertirse en blanco de
los asesinos o víctima de sus guerras.
Abogado y
economista de la Universidad Javeriana, Álvaro González Santana dedicó la mayor
parte de su vida al servicio público. Uno de los hombres más ilustres que ha
dado su municipio natal Sogamoso, ciudad de la que nunca se desvinculó, a pesar
de que sus padres se lo llevaron a Bogotá para que adelantara sus estudios de
bachillerato. Después de cumplir ese deber, regresó a su Boyacá del alma con un
propósito claro: trabajar por los suyos.
Fue
cofundador de la Asociación de Amigos de Sogamoso que posteriormente dirigió;
presidente honorario de la Sociedad Boyacense de Economistas; miembro fundador
de la Corporación Oriente Colombiano y gerente de la Industria Licorera de
Boyacá. En el plano político, cuando apenas tenía 25 años, fue nombrado
Secretario de Gobierno de Boyacá, posteriormente gobernador del mismo
departamento y senador internacional de la Cámara Junior de Colombia.
Alvaro González Santana y su Señora esposa, Consuelo Gutiérrez
Chavarría, el día de su matrimonio.
Foto http://www.youtube.com/watch?v=MMSqSOaTQyI
|
Su labor como
funcionario público, que alternó con la cátedra en varias universidades del
país, fue exaltada por el gobierno de Boyacá que lo condecoró con la máxima
distinción que se otorga en el departamento, la Orden de La Libertad en el Grado de Gran Cruz. Su familia
lo recuerda como un hombre de principios y liberal por convicción ideológica.
Disfrutaba la música clásica tanto como la popular y en las reuniones y
tertulias con sus amigos nunca faltó su himno personal: Soy Boyacense.
El 4 de mayo
de 1989, como era su costumbre diaria, el abogado y economista Álvaro González
Santana asistió a la Universidad de la Salle, situada en el centro de Bogotá,
lugar donde había ocupado el cargo de decano de la Facultad de Administración
de Empresas y entonces ejercía como catedrático. También como era su rutina
profesional, estuvo acompañado de su esposa Consuelo Gutiérrez, quien
igualmente dictaba clases en la facultad de Economía.
La última
clase la impartió a las tres de la tarde. Una hora más tarde se dirigió a su
oficina, ubicada en un séptimo piso, y se reunió con el secretario de la
facultad. Fue un diálogo largo, que después desbordó en conversación con su
secretaria y algunos colegas. El tema: los planes académicos futuros. Luego
caminó hacia el parqueadero interno de la universidad, donde se encontró con
Consuelo. Abordaron su vehículo e iniciaron un fatídico trayecto.
Cuando el
vehículo transitaba por la carrera 7ª, a la altura de la calle 39, sujetos que
se movilizaban en una moto, les dispararon a quemarropa. No pasó mucho tiempo
para que estableciera la razón del execrable crimen: el exgobernador González
era el padre de la jueza segunda de Orden Público, Martha Lucía González, quien
se encontraba en el exilio amenazada por el narcotráfico. Amenazada de muerte
por ordenar la captura de los principales capos del narcotráfico.
González
falleció en el acto. Su esposa Consuelo quedó herida. La noticia causó
conmoción. La gobernación de Boyacá, el Partido Liberal, la Universidad de la
Salle, entre otros, manifestaron su repudio. “Tan grave asesinato revela cómo
en Colombia no sólo se amedrenta y se da muerte a sus jueces, sino que además
se ha implementado un nuevo tipo de retaliación extensivo a los familiares de
los inermes servidores de la justicia promovido por agentes del crimen
organizado”, escribió la asociación de jueces, Asonal Judicial.
La investigación judicial
por estas masacres llegó al despacho de la entonces jueza segunda de orden
público, Martha Lucía González, quien no tuvo que desarrollar demasiadas
pesquisas para desentrañar el origen de esta violencia. Se trataba de una
alianza criminal del narcotráfico, el paramilitarismo, unidades de las Fuerzas
Militares y funcionarios del Estado. El narcotráfico, a través de los capos
Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, era el elemento financiador.
Más se demoró
la jueza Martha Lucía González en expedir las órdenes de captura, que en
empezar a llegar las amenazas. Fueron varios meses de inclemente asedio y tres
atentados fallidos en su contra. Al final, fueron tantas las presiones que se
vio obligada a exiliarse en septiembre de 1988. Lejos de su hogar y de su
familia, se fue enterando de cómo los asesinatos selectivos siguieron
desangrando el país y de qué manera los victimarios seguían haciendo de las
suyas.
Sin
posibilidades de actuar en favor de la justicia, en el exilio personal y
profesional, y cargando con la zozobra de verse alcanzada por los sicarios de
la mafia, el 4 de mayo de 1989 recibió la noticia más triste de su vida. En
Bogotá, totalmente inerme y desprotegido, fue acribillado a balazos su padre,
Álvaro González Santana. Como no pudieron asesinarla, los narcoparamilitares le
cobraron su coraje causándole la muerte a su padre, que nada tenía que ver con
el asunto.
Desde ese
día, la vida de Martha Lucía González cambió para siempre. No sólo porque su
familia sufrió el dolor irreparable de perder al padre y amigo, sino porque
nunca se dieron las condiciones para su regreso. En el exilio reconstruyó su
vida.
Lejos de
Colombia edificó su familia. Las amenazas nunca dejaron de perseguirla, pero el
Estado se fue olvidando de ella. Hoy, 25 años después, aún teme hablar de lo
sucedido, pero tiene claro que el país le debe un homenaje a su padre, el
abogado Álvaro González, quien pagó con su vida el que ella haya cumplido con
su deber."
mosorio@elespectador.com
@marcelaosorio24
Hernán Castro Rodríguez, Editor de Vemos y Escuchamos.
Sogamoso. Catedral de San Martin de Tours y Monumento a la raza. Por Ed Me Mo |
No hay comentarios:
Publicar un comentario