Teniendo en
cuenta que la justicia social es tener que comer, en donde vivir y en donde
trabajar, la justicia social en Colombia no existe.
Y cada día
más, la brecha es más ancha entre los que tienen y los que no tienen.
Sin embargo
las promesas del gobierno en materia de vivienda no cesan, aunque las obras no
se hacen, los programas de vivienda social se convierten en colocar “primeras
piedras” y los créditos del Fondo Nacional del Ahorro se publicitan profusamente
pero no se conceden a quienes los solicitan.
Ni qué decir
de los Bancos que convierten los créditos hipotecarios en usura.
El
Departamento Nacional de Estadística, DANE, quiere convencernos con sus
boletines que el desempleo ha bajado, mientras que más de tres
millones de colombianos afrontan la desgracia de no poder llevar el pan a su
familia.
Ha crecido
el comercio informal porque la gente se desespera al no tener que hacer para
solventarse, pero los comerciantes formales continúan pagando los numerosos
impuestos que el estado les impone.
El común de
los colombianos recibe un mísero salario de $589.500 pesos colombianos.
Sin embargo,
unos pocos colombianos reciben un salario alto, generalmente algunos empleados
públicos con recomendaciones políticas y como contraprestación de “los favores
recibidos” durante las campañas electorales.
Y unos
poquísimos, que ya están en campaña para ser reelectos, reciben salarios
inmensos que abren, que ensanchan cada día más, la brecha de la injusticia
social en Colombia.
Que estos
días de reflexión en la conmemoración del padecimiento y la muerte del Señor
Jesús, nuestro Dios, sirvan de análisis para decidir por quien depositaremos el
voto y sin perder la memoria, saber quien se lo merece y quienes han trabajado
por lograr algún día una justicia social para todos los colombianos.
Hernán
Castro Rodríguez, Editor de Vemos y Escuchamos.
Notas y referencias: www.alegre.falomic.com, www.escuelapedia.com, aurorajarquinc.blogspot.com, www.jaquelineluz.com, colpfund.org, Biblioteca virtual.
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