jueves, 28 de marzo de 2013

SE DEBE LEER Y ESCRIBIR, FRANCISCO I, REFIRIÉNDOSE A S.S. EL PAPA.


S.S. Francisco I



LO PRIMERO LLEVA EL SELLO DE PRIMERO: FRANCISCO I
Por Jairo Cala Otero

Unas horas después de la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio como nuevo papa, un vocero del Vaticano salió a decirles a los periodistas del mundo que debían omitir el ordinal ‘primero’ para referirse al líder de la Iglesia universal. Así, sin más; no dio explicación alguna. Y lo grave fue que los periodistas le «comieron cuento».

De ahí que estemos leyendo y escuchando expresiones como estas:

«En estos cuatro días de pontificado, Francisco ha suscitado esperanzas de cambio en una institución desacreditada, apostando por un regreso de la Iglesia a la esencia del cristianismo para llevar el mensaje a ‘todos los confines del mundo’».

«El Papa Francisco celebró su primera misa en la Capilla Sixtina».
«Papa Francisco confirma provisionalmente a Bertone y jefes de la curia».
«Francisco desea ‘reservarse un cierto tiempo para la reflexión, la plegaria y el diálogo, antes de cualquier nombramiento o confirmación definitiva’, subrayó el Vaticano».

En la primera y última notas ─cito solo dos, para no empalagar, porque son innúmeras─, tomadas de El Espectador y El Tiempo (periódicos colombianos), queda la sensación de que se habla de «un tal Francisco», uno cualquiera, el que uno se imagine; pero no del líder mundial de la Iglesia católica. Por más sencillo y «desabrochado» que aparezca en sus primeras salidas en público el papa Jorge Mario Bergoglio, la mención del adjetivo ordinal ─olímpicamente desconocido por aquel miembro del Vaticano, que recomendó hablar apenas de Francisco─ lo distingue lejos, muy lejos, del resto de mortales que tienen el mismo nombre.

Como en gramática debemos atenernos a la taxatividad de la semántica (que no admite discusión) un número ordinal es ‘el adjetivo numeral que expresa la idea de orden o sucesión’. Así, decimos primero, segundo, quinto, sexto, décimotercero, nonagésimo, ducentésimo segundo, etcétera. Si, como insinuó el vocero del Vaticano, se desconoce el orden numeral, eso significa que el papa de la Iglesia católica tiene un simple alias, que parte de cero: Francisco cero. Eso contraviene no solo el precepto gramatical, sino la lógica:

 ¿Antes del primero qué, o quién hay?

El más reciente caso de uso del nombre escogido y el ordinal pospuesto fue el de Juan Pablo I (cardenal Albino Luciani, cuyo pontificado apenas duró 33 días). Antes de ese ‘Juan Pablo’ no hubo otro; él fue el primero en escoger tal nombre. Luego, para sustituirlo, fue elegido el polaco Karol Józef Wojtyla, quien también escogió el nombre de Juan Pablo, y por tal razón se le pospuso el ordinal segundo (II). Si en el futuro hay otro Juan Pablo, él será Juan Pablo III.

El caso del cardenal argentino, ahora convertido en papa por elección de sus 114 connaturales de congregación, es el primero en la Historia de la Iglesia universal en adoptar el nombre de Francisco. Luego si es el primero ─como realmente lo es─, debe llamárselo Francisco I. ¡Tan sencillo como mirar el sol y estar seguro de que es de día!

Y cuando su presencia física desparezca del planeta Tierra ─o renuncie, si lo hace─ cualquiera otro pontífice que adopte el nombre de Francisco deberá posponerle el ordinal segundo: Francisco II. Porque el orden lógico es ese.

Lo evidente es que «Francisco cero» no hay. De legitimárselo, sería como admitir que el elegido como papa es una especie de «ensayo» para no solo sustituir a Joseph Ratzinger, sino para ─por ahí derecho─ abonarle al Vaticano una dosis de quebrantamiento de las normas ortográficas.

Por supuesto, eso no le quita majestad a la elección ni al legítimo gobierno eclesiástico del argentino. Pero sí pone en duda el conocimiento que del español tiene aquel purpurado que hiciera la espuria recomendación.

¡Dios bendiga a Francisco I !


Fuente: Jairo Cala Otero.
Hernán Castro Rodríguez, Editor de Vemos y Escuchamos.


Jairo Cala Otero

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